RENUNCIACIÓN
Swami Tilak durante su padayatra o peregreinación a pie por la India, ca. 1960
Tilak regresó a Agra a continuar sus estudios y organizar una rama de RSS. Dormía donde podía, estudiaba de noche bajo el alumbrado público y comía lo poco que le permitía el dinero que ganaba dando clases de regularización. De ese modo terminó sus estudios de Letras y comenzó los de Filosofía y sánscrito. Por otro lado, en los mítines de RSS comenzó a desarrollar su brillante capacidad de oratoria. En 1954 recibió la dirección del semanario cultural de RSS, Panchajanya, por lo que abandonó su Maestría en Filosofía, que estaba por concluir, y marchó a Lucknaw a producir la revista con un salario simbólico que apenas le permitía comer y alquilar una habitación. Además de convocar a grandes personalidades de la cultura hinduista para participar en el semanario, él mismo tenía que escribir artículos bajo diferentes seudónimos para completar el material del periódico. Así, reduciendo su descanso al mínimo, llevó Panchajanya a un grado de excelencia que difícilmente se ha vuelto a alcanzar. Sin embargo, después de más de cuatro años de trabajar como editor, comprendió que la liberación política y económica de la sociedad tiene sus límites y que sólo hay una clase de liberación ilimitada: la espiritual. Con esta idea en mente, vendió sus derechos de autor sobre una colección de libros para niños para cederlos a sus padres y asegurarles un ingreso fijo, y decidió iniciar el “camino del no retorno”. Su padre, al fin, tuvo que ceder y le dio su consentimiento de hacerse renunciante, con la única condición de no cambiar su nombre, como acostumbran hacer los aquellos que toman sannyasa (renunciación).
Baba Bajarangadas, maestro de Swami Tilak, ca. 1976
Al iniciar su peregrinación en busca de un maestro, las sandalias de Tilak se rompieron y él hizo el voto de no usar zapatos nunca más. En algún otro momento hizo el voto de viajar solamente a pie. A un año de caminar descalzo y acumular gran cantidad de decepciones, llegó a la India Central en 1960, y en un remoto lugar de la ribera del Nármada, llamado Chichot Khera, encontró a un asceta nonagenario viviendo en una humilde choza (kuti), cuyo nombre era Sri Bajarangadas. Conmovido por su austeridad y sabiduría, Tilak se convirtió en su discípulo. Después de estar unos meses recibiendo sus enseñanzas, decidió emprender un peregrinaje a pie (padyatra) por el Centro y Sur del país, que le llevó ocho años, con la intención de difundir el mensaje del yoga (unión con el Ser Supremo). Sin otra posesión que un lienzo alrededor de la cintura, una frazada para cubrirse del frío y algún libro espiritual, recorrió selvas, desiertos, caminos, aldeas y ciudades con el voto de no mendigar, pues tenía la convicción de que “el poder que creó la leche en el pecho de nuestras madres” cuida de toda criatura. Cabe resaltar que Swami Tilak fue un karma yogi, es decir, alguien que practica la acción desinteresada, y por lo mismo nunca tuvo interés en formar una institución con multitud de discípulos girando alrededor de su persona.

En Bangalore alguien le ofreció un dhotí (lienzo que se coloca alrededor de la cintura) color azafrán, símbolo de la renunciación, y después de pensarlo por unos segundos, lo aceptó, tomando así vidvat sannyasa (renunciación tomada por uno mismo). En el Sur de la India, comenzó a estudiar inglés, para poder comunicarse directamente con los auditorios que no hablaban hindi, idioma que llegó a dominar con maestría. En Kérala, conoció a quien sería uno de sus colaboradores más cercanos, Sri Nitya Chaitanya, quien viajó con él durante un año sirviéndole de intérprete del malayalam al inglés. En 1968, cuando Swami Tilak dio por concluida su gira por el subcontinente en Kanyakumari, en el extremo Sur de la India, aceptó el consejo de algunos devotos, que le sugirieron dejar su voto de viajar a pie, pues iba en detrimento de la rápida difusión de su mensaje. Por otro lado, unos amigos japoneses lo invitaron a asistir a la ceremonia anual por el holocausto de Hiroshima en Japón. Swami accedió, y después de visitar a sus padres y de obtener la bendición de su Maestro, regresó al Sur, en donde sus devotos de Hindupur hicieron una colecta espontánea de una rupia por persona para cubrir su pasaje. De este modo, Swami Tilak y Nitya Chaitanya viajaron a Sri Lanka con la idea de recorrer los países del Sudeste Asiático entretanto el gobierno japonés les autorizaba sus visas.
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