DIFUSIÓN DEL DHARMA
Primera gira occidental
Como Nitya Chaitanya no tenía pasaporte internacional, no pudo continuar el viaje a Singapur y viajó a Chicot Khera, en donde cuidó del maestro de Tilak durante los siguientes diez años. En su lugar, Swami Jyothy, de Sri Lanka, acompañó a Swami Tilak. Apoyándose en la Ramakrishna Mission, siguieron a Malasia e Indonesia, y allí, desviaron su ruta a Australia, Nueva Zelanda, Fiji y Samoa, entrando en contacto de lleno con la cultura occidental. Si bien en los países del Sudeste Asiático los auditorios de Tilak estaban formados por inmigrantes hinduistas, en Australia eran principalmente cristianos, por lo que comenzó a estudiar la Biblia para comunicarse mejor con ellos. Él consideraba a todas las religiones como medios igualmente válidos y efectivos de elevar la conciencia del hombre hasta el Ser Supremo. Por otro lado, constantemente tuvo que combatir lo que él llamó el mercado de la espiritualidad, corrigiendo ideas falsas y fantasías que los auditorios occidentales tenían en relación con el yoga.
Swamis Tilak y Jyothy, ca. 1970
En lugar de retomar la ruta a Japón, los swamis decidieron continuar a Hawai y a los Estados Unidos. Después de pasar seis meses en California, unos amigos los invitaron a unírseles en su viaje de vacaciones a Guadalajara. Como Swami tenía mucho interés en las antiguas culturas de México, pues encontraba en ellas una gran afinidad con su propia cultura, aceptó de inmediato la invitación, pero debido al retraso en la autorización de sus visas, llegaron a Guadalajara cuando sus amigos ya habían partido de regreso a los Estados Unidos y, tuvieron que pasar varias noches durmiendo en las calles (septiembre de 1971). Cuando Swami llegó a Guadalajara, los dirigentes de la Gran Fraternidad Universal (GFU) le permitieron dar algunas conferencias públicas, y a partir de entonces ocurrió lo mismo cada vez que llegaba a una nueva ciudad latinoamericana. Fue precisamente después de una charla en una de las sedes de la GFU en la ciudad de México cuando la Señora Adela Diez, sabiendo que los swamis no tenían en dónde vivir, les ofreció su casa. Más tarde les consiguió becas para que tomaran un curso intensivo de español en el Instituto Mexicano-norteamericano de Relaciones Culturales, que duró cinco meses. Entretanto, las conferencias de Swami ji eran traducidas al español por algunos de sus amigos.
A fines de febrero de 1972, después de una gira por el Sur de la República Mexicana, los swamis pasaron a Belice y recorrieron los países de Centro y Sudamérica, excepto Venezuela y Uruguay, que en esa primera gira les negaron las visas. A pesar de que a menudo había gente dispuesta a ofrecerles dinero para que viajaran en avión, ellos preferían hacer sus extenuantes recorridos en autobús, pues consideraban que el dinero de la sociedad no debía gastarse en lo que ellos consideraban un lujo innecesario. En Ecuador Swami comenzó a dar conferencias en español (1973). La buena acogida que tuvo su mensaje en Brasil (1973) hizo que Swami ji aprendiera el portugués en unas cuantas semanas y que permaneciera en ese país por varios meses. Gran parte del año de 1974 estuvieron en Argentina y Chile, donde dieron por concluida su gira por Sudamérica, regresando a los Estados Unidos en 1975, vía Suriname, Guyana, Trinidad y Tobago, Jamaica y México. A su regreso a este país, los amigos de Swami ji se admiraron de notar su dominio casi perfecto del español.

Estando en Nueva York, Swami Tilak ji recibió un telegrama de Nitya Chaitanya, informándole que su Maestro había sufrido un ataque de parálisis. Dejando a Swami Jyothy en los Estados Unidos, marchó de inmediato a la India y permaneció a los pies de su Maestro por varios meses, hasta que se restableció por completo. Entonces regresó a Estados Unidos en 1976, a concluir varios compromisos, pasando nuevamente por México. Antes de terminar esta primera gira por el mundo, Swami Jyothy tuvo que regresar a Sri Lanka, pues su padre estaba gravemente enfermo, y Swami Tilak, en su camino de vuelta hacia la India, visitó por primera vez Europa, realizando su viejo sueño de llegar a la URSS y a otros países comunistas. Aunque en esta nación Swami ji no tenía la libertad de movimiento y de expresión necesarias para difundir su mensaje, la misma imagen de su austeridad, descalzo y con el torso desnudo en el frío otoño soviético, habló por sí sola y conmovió a las masas moscovitas que se hallaban congregadas en la Plaza Roja para rendir homenaje a Lenin.
De Europa, pasó a Egipto, Sudán y Kenya, y finalmente, regresó a establecerse en la India después de nueve años de trabajo incansable por el mundo. Aunque su contacto con el hemisferio occidental lo hizo un verdadero maestro universal y no sólo un maestro hinduista como era en la India, el materialismo de esta parte del mundo no lo afectó y regresó manteniendo intactos sus votos de no calzarse, no mendigar y de respetar a toda mujer como a una madre. Swami Tilak permaneció en Chichot Khera acompañando a su Maestro hasta que la vida de éste se extinguió en febrero de 1979.
Swami Tilak en la Plaza Roja, octubre 1976
Segunda gira occidental
Atendiendo el insistente llamado de sus amigos y devotos de Occidente, decidió iniciar una segunda gira por el hemisferio en 1980, esta vez acompañado de Brahmachari Nitya Chaitanya. De Italia y España viajaron a América, y después de hacer una extensa gira por Canadá y Estados Unidos, llegaron a México el 11 de marzo de 1981, permaneciendo en la Ciudad de México hasta la celebración de Gurú Púrnima (día del Gurú) el 17 de julio del mismo año. Este período fue uno de los más largos que Swami Tilak haya pasado en un solo lugar y a él corresponde su más rico acervo de conferencias públicas en español; durante esos meses escribió su obra de cuentos Sparkles (Destellos). En una ocasión Swami dijo: “Me parece que en mi vida anterior yo era mexicano y entonces la relación entre México y yo es inseparable”. En otro momento dijo: “Me parece que yo no he visitado ningún país tantas veces como México. En realidad, internamente siento una gran afinidad con la tierra y con la gente de este país. Tiene una gran atracción para mí”. Y agregó: “El apoyo que hemos recibido de los hermanos de México es excelente. En cualquier parte del mundo puedo decir que tantos largos viajes a lo largo del mundo han sido posibles por la gracia de México”. Después de recorrer el Sureste mexicano y desatendiendo el consejo de sus amigos, viajaron en autobús a todos los países centroamericanos, a pesar de la violencia en Guatemala y la guerra civil en El Salvador. Continuaron su recorrido por Sudamérica, llegando a Argentina al estallar la Guerra de las Malvinas. A finales de 1982, después de muchas solicitudes de ingreso, finalmente lograron la visa para Venezuela, concluyendo su gira por Sudamérica en Brasil. En 1983 regresó a los países de América del Norte, incluyendo México, regresando a la India a principios de 1984 para atender la celebración del V aniversario del mahasamadhi o liberación espiritual de su Maestro.
Swami Tilak poco antes de fallecer, 11 mayo 1984
De regreso a los Estados Unidos para asistir a una convención del Vishwa Hindu Parishad, se detuvo en Grecia, Italia y España. Estuvo unos días en la provincia de Barcelona, en la finca de la familia Solache, y en la comida de despedida, el 11 de mayo de 1984, el anfitrión, notando que había doce comensales, hizo alusión a que esa sería la Última Cena. Swami respondió que él sería afortunado, porque tendría resurrección sin crucifixión. Después de la comida, Swami se sentó en meditación profunda. Más tarde, cuando unos seguidores de Granada lo conducían a Valencia, el automóvil se volcó, siendo Swami el único lesionado con una herida mortal en la cima de la cabeza. Él mismo solía citar a Longfellow diciendo que, o no existe Dios, o no existen los accidentes. Su muerte en un aparente accidente automovilístico fue, en realidad, un acontecimiento necesario que él conocía de antemano, según se desprende de numerosos testimonios que dio a sus discípulos. Con su obra silenciosa, casi anónima, de alumbrar a cientos de hombres a la vida de la sabiduría, Swami Tilak fue uno de los grandes hombres del siglo XX y de la historia espiritual del mundo. Las palabras que él mismo escribió cuando su Maestro dejó su cuerpo, son válidas también para él...
Jamás volveremos a verlo en carne y huesos. Pero él siempre nos dijo que no era un cuerpo. Era la personificación de los ideales por los que vivió. Perpetuemos sus ideales. Uno siempre podrá encontrarlo en la profundidad de su conciencia. Él era Conciencia Pura, el Ser de todos los seres.
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